Cuando contemplo la limitación en la que se hallan encerradas las facultades activas e investigadoras del ser humano; cuando veo cómo toda eficiencia no tiende más que a la satisfacción de necesidades, las cuales, a su vez, no tienen otro objetivo más que prolongar nuestra pobre existencia, y que toda tranquilidad acerca de ciertas investigaciones no es más que resignada ensoñación mediante la cual pintamos las paredes que nos aprisionan con figuras de colores y luminosos paisajes... Todo esto, Wilhelm, me hace enmudecer. ¡Me vuelvo hacia mí mismo y encuentro un mundo!
jueves, 18 de febrero de 2016
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