domingo, 13 de diciembre de 2015

EUROPA, LA VIA ROMANA, de Rémi Brague

                         
                                     LA NATURALEZA DEL OBJETO REVELADO

       Lo que es revelado, en el cristianismo, no es un texto. En particular, no es un texto que sería en principio intraducible, por ser inimitable. Esto implica que toma una distancia respecto a otros pensamientos. Así, el Islam, sobre todo tras la solución de la crisis mutazilita con la afirmación del carácter no creado del Corán. O, también, determinadas interpretaciones fundamentalistas del principio "scriptura sola" en el protestantismo. El cristianismo no es una religión del libro. Es, ciertamente, una religión que tiene un libro, en este caso El libro, a saber, la Biblia. Ésta reúne en una indisoluble unidad el Antiguo Testamento y el Nuevo. Este último constituye una reinterpretación de la experiencia veterotestamentaria a partir del acontecimiento de Cristo.
      A pesar de todo esto, el objeto revelado no es en ningún caso el Nuevo Testamento. Ni siquiera el "mensaje", las palabras de Jesús. Es su persona entera: una personalidad humana, la libertad que anima, la acción en que se manifiesta y cuya totalidad constituye una vida. Ésta se concentra en el acontecimiento pascual, que se perpetúa en los sacramentos de la Iglesia.
       La Biblia es ciertamente palabra de Dios, pero no es la Palabra de Dios. Ésta es el Verbo encarnado y sólo él. En el cristianismo no hay un "libro de Dios". Consiguientemente, no hay lengua sagrada. Lo que se torna sagrado por la encarnación no es sino la humanidad misma. Cristo se presenta como un modo singular, único, de vivir la vida humana. La única "lengua" que sacraliza es la humanidad de todo hombre, a la que la encarnación confiere una dignidad inaudita.
       La consecuencia de todo esto es una forma de comprender la cultura. Las lenguas no son limadas y reducidas a una de ellas, supuestamente normativa. Se abren conjuntamente a un Verbo que no es ninguna de ellas. La encarnación del Verbo le hace traducirse a una infinidad de culturas: quedan abiertas las posibilidades de nuevas culturas y de nuevas traducciones, hasta el fin del mundo.
       Históricamente hablando, el nacimiento de Europa se halla directamente ligado a esta posibilidad: cuando, tras las grandes invasiones, los pueblos recién llegados solicitaron el bautismo, no se trató de pedirles que adoptasen una nueva lengua, más que para la liturgia. E incluso los misioneros venidos de Bizancio compusieron para los eslavos una liturgia en lengua vernácula. Las lenguas de los "bárbaros" fueron respetadas y consideradas dignas de acoger el Evangelio. Esto no aconteció sin resistencias por parte de los mantenedores del latín, pero el conflicto concluyó con la legitimación oficial de las lenguas vulgares mediante decisiones adoptadas al más alto nivel. Ésta se hizo patente en un esfuerzo de traducción de las Sagradas Escrituras en lengua vernácula, sobre todo allí donde ésta era muy lejana al latín: así fue, para el antiguo alemán, la concordancia de los evangelios de Otfrid, después de la traducción gótica de Wulfila; para el antiguo inglés, las traducciones del rey Alfredo el Grande; o para el eslavo, las de Cirilo y Metodio. La diversidad de las lenguas y, por tanto, de las culturas que constituye a Europa proviene de ahí. Y cabe apuntar aquí que esta política lingüística se prosiguió fuera de las fronteras de Europa cuando los misioneros que venían de ella se dedicaron a redactar gramáticas y diccionarios de las lenguas a cuyos hablantes querían evangelizar.
        Recíprocamente, nunca se trató para los cristianos de rechazar continuada o seriamente las literaturas antiguas, que sin embargo transmitían representaciones paganas. Sus obras maestras fueron conservadas, lo cual, como hemos visto, permitió esa ininterrumpida serie de "Renacimientos" que constituye la historia de la cultura europea.

                                     LA ENTRADA DE DIOS EN LA CARNE

       La idea de creación por un Dios bueno tiene como consecuencia una tesis sobre la naturaleza y la dignidad de lo sensible: las realidades sensibles son en sí buenas. Son dignas de admiración y respeto. Es su dignidad misma, y no una presunta maldad de su naturaleza, la que impone el deber de hacer buen uso de ellas. La cultura europea lleva el sello de lo que se podría llamar, exagerando un poco, la santidad de lo sensible. El cristianismo, de manera general, se ha puesto en contra de la gnosis y del maniqueísmo, del mismo lado que la corriente dominante de la filosofía antigua, representada por Alejandro de Licópolis y sobre todo por Plotino.
       Pero Plotino niega la encarnación y la salvación del cuerpo: una resurrección con el cuerpo será vana; la verdadera "resurrección" ha de ser una liberación del cuerpo. Los filósofos de la Antigüedad tardía reprocharán, así, a los cristianos su "pasión por el cuerpo". Se fundan, pues, ante todo, para afirmar la bondad del mundo, en la belleza y el orden del cosmos. El cristianismo, en cambio, se funda en la venida del Verbo de Dios en la carne de Jesús. Aquello cuya bondad se afirma es, pues, menos la naturaleza en cuanto tal, que en lo que en la naturaleza es personalizado en el cuerpo humano. La Iglesia todavía indivisa aplicó este modo de ver al afirmar, por ejemplo contra el catarismo, la bondad fundamental de la criatura, y en particular de la criatura corporal. Para el cristianismo, en general, la encarnación da a la humanidad una dignidad que es la misma de Dios. Precisa, en efecto, la idea creación a imagen de Dios afirmada en el Génesis (1, 26): lo que en el hombre es imagen de Dios no es una de sus facultades, la inteligencia, por ejemplo, lo cual lleva a hacer que varíe la humanidad del hombre en razón directa de su inteligencia y a negarla al hombre estúpido. La imagen de Dios en el hombre es su humanidad en su integralidad. Lo que en el hombre es asumido por la divinidad llega hasta la dimensión carnal de la persona: la encarnación va hasta el final, hasta lo más bajo, hasta el cuerpo. Dios ha tomado cuerpo y se dirige al cuerpo. El cuerpo humano accede así a un destino inaudito, puesto que está llamado a resucitar. Tal destino hace del cuerpo objeto de un gran respeto, del respeto que se tiene por aquello a lo que Dios se ha ligado de manera irrevocable.

 

miércoles, 14 de octubre de 2015

Marcel Proust: "En busca del tiempo perdido"

“Y ese miedo a un porvenir en que ya no nos sea dado ver y hablar a los seres queridos, cuyo trato constituye hoy nuestra más íntima alegría, aún se aumenta, en vez de disiparse, cuando pensamos que al dolor de tal privación, vendrá a añadirse otra cosa que actualmente nos parece más terrible todavía: y es que no la sentiremos como tal dolor, que nos dejará indiferentes, porque entonces nuestro yo habrá cambiado y echaremos de menos en nuestro contorno no sólo el encanto de nuestros padres, de nuestra amada, de nuestros amigos, sino también el afecto que les teníamos; y ese afecto, que hoy en día constituye parte importantísima de nuestro corazón, se desarraigará tan perfectamente que podremos recrearnos con una nueva vida que ahora sólo al imaginarla nos horroriza; será, pues, una verdadera muerte para nosotros mismos, muerte tras la que vendrá una resurrección, pero ya de un ser diferente y que no puede inspirar cariño a esas partes de mi antiguo yo condenadas a muerte. Y ellas -hasta las más ruines, como nuestro apego a las dimensiones y a la atmósfera de una habitación- son las que se asustan y respingan, con rebeldía que debe interpretarse como un modo secreto, parcial, tangible y seguro de la resistencia a la muerte, de la larga resistencia desesperada y cotidiana a la muerte fragmentaria y sucesiva, tal como se insinúa en todos los momentos de nuestra vida, arrancándonos jirones de nosotros mismos y haciendo que en la muerta carne se multipliquen las células nuevas”.

lunes, 28 de septiembre de 2015

"El príncipe feliz", de Oscar Wilde

        -Ahora que estás ciego -dijo- permaneceré a tu lado para siempre.
        -No, mi golondrinita -dijo el desdichado Píncipe-, debes partir para Egipto.
        -Permaneceré a tu lado para siempre -insistió la golondrina, y se durmió a los pies del Príncipe.
     Al siguiente día, se posó en el hombro del Príncipe y le relató todo lo que había conocido en extraños países.
     Le contó de las ibis rojas, que se alinean en largas filas en las márgenes del Nilo y pescan peces dorados con sus picos; le contó de la Esfinge, tan anciana como el mundo, que habita en el desierto y todo lo sabe; le contó de los comerciantes que caminan junto a sus camellos lentamente y en sus manos llevan rosarios de ámbar; le contó del Rey de las Montañas Lunares,que es tan negro como el ébano y adora al gran cristal; le contó de la enorme serpiente verde que duerme sobre una palmera y a quien veinte sacerdotes se encargan de dar de comer pasteles de miel; le contó de los pigmeos, que navegan sobre anchas hojas lisas en un lago enorme y siempre están en guerra con las mariposas.
         -Golondrinita querida -el Príncipe dijo- , relatas cosas maravillosas pero aún más maravilloso es cuánto los hombres sufren. Ningún misterio es más grande que la miseria. Golondrinita, vuela por la ciudad y cuéntame todo lo que veas.
      Voló entonces la golondrinita a través de la gran ciudad. Y vio a los ricos que en sus soberbios palacios se regocijaban mientras a sus puertas estaban sentados los mendigos. Voló por callecitas sombrías y vio rostros de pálidos niños que morían de hambre mientras en las calles negras los miraban con indiferencia. Había dos chiquitos acostados bajo un puente, uno abrazado al otro para darse calor.
          -¡Cuánto hambre tenemos! - se decían.
          -¡Fuera de ahí! -los increpó un guardia y debieron alejarse bajo la lluvia.
      Volvió entonces la golondrina al lado del Príncipe y le contó todo lo que había visto.
          -Estoy todo cubierto de un oro muy fino -dijo el Príncipe- , despréndelo hoja por hoja y entrégaselo a los pobres. Los hombres siempre creen que el oro puede traerles alegría.
      Hoja por hoja desprendió la golondrina el delicado oro, hasta que el Príncipe Feliz ya no tuvo ni resplandor ni belleza.
      Hoja por hoja distribuyó entre los pobres el delicado oro y las caras de los niños recuperaron color y los chiquitos rieron y jugaron por las calles.
          -¡Tenemos pan! -gritaban.
      Llegó entonces la nieve y después de la nieve el hielo. Parecían de plata las calles, tanto brillaban. Largos como puñales colgaban los carámbanos en los aleros de las casas. Toda la gente se abrigaba con pieles y los nenes lucían gorros coloridos y patinaban sobre los hielos.
      La pobre golondrinita sentía frío, cada vez más frío; y no quería dejar al Príncipe, lo amaba demasiado. Picoteaba las miguitas en la entrada de la panadería cuando nadie la veía y luego intentaba calentarse agitando sus alas.
      Pero, finalmente, comprendió que iba a morir. Aún tuvo fuerzas para volar hacia el hombro del Príncipe.
          -¡Adiós, querido! -musitó- ¿Me dejas besar tu mano?
          -Golondrinita, me alegro porque al fin partes a Egipto -le dijo el Príncipe- . Has estado aquí demasiado tiempo. Mas bésame en la boca, porque te quiero tanto.
          -No parto hacia Egipto -respondió la golondrina- . Voy hacia la casa de la Muerte. ¿Es hermana del Sueño la Muerte, no?
      Besó al Príncipe Feliz en la boca y cayó a sus pies muerta.
      En ese mismo momento resonó en el interior de la estatua un crujido, como si algo se hubiese quebrado en ella. El corazón de plomo se había roto. Indudablemente hacía un terrible frío.
      A la siguiente mañana, salió el alcalde a pasear por la plaza con los concejales de la ciudad.
      Al pasar junto a la columna, levantó su vista hacia la estatua.
          -¡Vaya-dijo- , qué aspecto tan desaliñado tiene el Príncipe Feliz!
          -¡Absolutamente desaliñado! -corearon los concejales, que siempre sostenían la misma opinión que el alcalde. Y todos subieron a examinarlo.
          -Se ha caído el rubí de la espada, han desaparecido sus ojos y ya no es dorado -el alcalde dijo- . En una palabra: un mendigo.
          -¡Un mendigo! -corearon los concejales.
          -Y hay un pájaro muerto a sus pies -continuó el alcalde- . Será necesario promulgar una ley que prohiba a los pájaros venir aquí a morir.
      Y el secretario anotó la idea.
      Así mandaron derribar la estatua del Príncipe Feliz.
          -Como ya no es hermoso, no sirve de nada -explicó el Profesor de Estética de la Universidad.
      Luego fundieron la estatua y el Alcalde reunió al municipio para decidir qué se haría con el metal.
          -Podríamos -propuso- , construir otra estatua. Por ejemplo, la mía.
          -O la mía -coreó cada uno de los concejales.
      Y comenzaron a discutir. La última vez que los escuché continuaban discutiendo.
          -¡Qué asunto más extraño! -se dijo el encargado de la fundición- . El corazón de plomo no quiere fundirse, habrá que arrojarlo a la basura.
      Y lo tiraron en el basurero donde yacía la golondrina muerta.
          -Trae las dos cosas más valiosas de la ciudad- le dijo Dios a uno de sus ángeles.
      Y ese ángel le llevó el corazón de plomo y el ave muerta.
          -Has elegido correctamente- dijo Dios- , ya que en mi jardín del Paraíso este pajarito cantará eternamente y en mi ciudad dorada el Príncipe Feliz me alabará.
 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Feynman y los poetas

Los poetas dicen que la ciencia anula la belleza de las estrellas, simples esferas de átomos de gas. Yo también puedo ver y sentir las estrellas en las noches del desierto, ¿pero veo más o menos que ellos? La inmensidad del cielo ensancha mi imaginación; atrapado en este carrusel, mis pequeños ojos captan luz de un millón de años de antigüedad, una enorme estructura de la que formo parte. ¿Cuál es su patrón, cuál es su porqué? El misterio no sufre cuando revelamos algo de él, porque la realidad es mucho más maravillosa que lo que cualquier artista del pasado pudo haber imaginado. ¿Por qué los poetas del presente no le cantan a ella? ¿Qué tipo de personas son unos poetas que hablan de Júpiter como si fuera un hombre, pero si es una inmensa esfera giratoria de amoniaco y metano permanecen mudos?

Richard Feynman, "The Feynman Lectures on Physics" 

lunes, 10 de agosto de 2015

RÉMI BRAGUE: EUROPA, LA VIA ROMANA


¿Se puede hablar de un humanismo musulmán? La cuestión es discutida, tanto más cuanto que la palabra misma se halla lejos de ser unívoca. Intentemos introducir un poco de claridad.
     a) Cabe entender por "humanismo" el intento de crear un mundo fundado en la exclusiva consideración del hombre y en él dejar fuera a Dios, en el sentido en el que el inglés moderno "humanist" es una forma de "ateo". En este sentido es claro que un humanismo musulmán es contradictorio, como lo es un humanismo cristiano.
      b) Si se entiende por éste el amor a las letras, cabe encontrar en el mundo árabe una época en que se reunieron las condiciones sociales necesarias para la emergencia de un humanismo: un público de doctos refinados, el gusto por la cultura general, ante todo literaria, etc, y en que tales condiciones dieron frutos perfectamente comparables con los de Europa. Buenos conocedores de él han podido así proponer que se denomine "humanistas" a ciertos rasgos del mundo musulmán.
       c) Se puede llamar "humanismo" a la valoración del hombre, al que se supone situado en la cima de la naturaleza o, para las religiones, de la creación. Se halla en el mundo islámico, igual que en muchas tradiciones culturales anteriores o paralelas, una afirmación de valor excepcional del hombre, y hasta una teoría del "hombre perfecto", el único digno del lugar supremo. Se puede hablar de un humanismo en el pensamiento árabe. Pero, si bien quienes lo mantienen se expresan en árabe, éste es de fuente oriental, iraniana o antigua. Y ¿cabe considerar que los autores a menudo sospechosos que lo profesan, como "Jâbir" o Râzi, lo han sacado de la religión musulmana? Le acontece, por ejemplo, a Averroes dar a entender que las legislaciones religiosas ("divinas") han de ser apreciadas según su conformidad con las "leyes humanas", es decir, con las reglas que definen qué régimen es conforme al fin último del hombre, tal y como lo determina la filosofía y sólo ella. Da la vuelta así de modo espectacular al punto de vista según el cual las leyes humanas deben, por el contrario, dejarse regular por la ley divina. Este "humanismo", ¿lo es de un buen musulmán?
       d) La cuestión se vuelve ardua e interesante, con dos condiciones: es preciso, por una parte, que la palabra "humanismo" designe un intento de conceder al hombre, frente a aquello que no es él, (incluido Dios), un estatuto de interlocutor autónomo, una dignidad que le permita entrar en una relación libre con sus otros; y es necesario, por otra parte, que se entienda por "Islam" no una cultura, sino una religión que es tal como se expresa en sus documentos normativos. Pues bien, los hombres de ciencia que niegan la existencia de este género de humanismo fuera del judaísmo y el cristianismo no están faltos de autoridad.
        Cabe, en efecto, invocar las diferencias en el plano de los orígenes de la humanidad y de la acción de Dios para con ella. Así, en el Antiguo Testamento, es Adán el que nombra a las cosas a las que Dios no ha nombrado, en particular a los animales. Dios corre con ello el riesgo de tener que aprender algo del hombre y confirma las decisiones de éste, dejándole así obrar como legislador. En el Corán es Dios, por el contrario, quien da nombre a todas las cosas y enseña los nombres de ellas a Adán. Y en el cristianismo la idea de encarnación confiere a la humanidad una dignidad única.
          Sin querer profundizar en este vasto debate, es interesante observar que la diferencia, acaso central, entre el humanismo europeo y lo que se le parece en el mundo árabe es una consecuencia de la naturaleza de los textos antiguos que han sido transmitidos al uno y al otro. La literatura antigua, en lo que tenía de propiamente "literario", es decir, la poesía épica, trágica y lírica, no ha llegado al mundo árabe - a diferencia de la filosofía y las ciencias antiguas - . Pues bien, es justamente esta literatura la que transmitía algo semejante a una concepción antigua del hombre, con los modelos de su posible excelencia en su afirmación con relación a los dioses, a la naturaleza, a la ciudad, etc. El mundo árabe no tuvo, pues, que afrontar por derecho la competencia de una concepción global del hombre anterior al Islam: la idea que los árabes de la "ignorancia" (gahiliyya) se hacían de la excelencia humana no tenía talla frente a la gravedad del Corán, y los textos filosóficos y científicos traducidos después no expresaban la concepción pagana del hombre más que en una forma muy atenuada. El mundo cristiano, en cambio, hubo de medirse con un paganismo más vigoroso: el neoplatonismo anticristiano de Porfirio o de Proclo, que no había sido expurgado como lo fueron los textos neoplatónicos traducidos al árabe, y sobre todo los trágicos griegos, verdaderos adversarios de la santidad cristiana. El cristianismo hubo, pues, de generar anticuerpos más poderosos.

                                         

jueves, 6 de agosto de 2015

Dios y el hombre según Edward O. Wilson

"El hombre, ¿fue hecho a la imagen de Dios, o fue hecho Dios a la imagen del hombre? Aquí radica la diferencia entre la religión y el laicismo basado en la ciencia."

Edward O. Wilson, "La conquista social de la tierra",´pág. 297.

lunes, 11 de mayo de 2015

Julio Cortázar: "Rayuela"

Puede ser que haya otro mundo dentro de éste, pero no lo encontraremos recortando su silueta en el tumulto fabuloso de los días y las vidas, no lo encontraremos ni en la atrofia ni en la hipertrofia. Ese mundo no existe, hay que crearlo como el fénix. Ese mundo existe en éste, pero como el agua existe en el oxígeno y el hidrógeno, o como en las páginas 78, 457, 3, 271, 688, 75 y 456 del diccionario de la Academia Española está lo necesario para escribir un cierto endecasílabo de Garcilaso. Digamos que el mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendamos generarla. ¿A quién le importa un diccionario por el diccionario mismo? Si de delicadas alquimias, ósmosis y mezclas de simples surge por fin Beatriz a orillas del río, ¿cómo no sospechar maravilladamente lo que a su vez podría nacer de ella? Qué inútil tarea la del hombre, peluquero de si mismo, repitiendo hasta la náusea el recorte quincenal, tendiendo la misma mesa, rehaciendo la misma cosa, comprando el mismo diario, aplicando los mismos principios a las mismas coyunturas. Puede ser que haya un reino milenario, pero si alguna vez llegamos a él, si somos él, ya no se llamará así.

domingo, 5 de abril de 2015

Dante: Infierno

"Nel mezzo del cammin di nostra vita        A mitad del camino de la vida
mi ritrovai per una selva oscura                yo me encontraba en una selva oscura,
che la diritta via era smarrita.                    con la senda derecha ya perdida.

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura        ¡Ah, pues decir cuál era es cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte            esta selva salvaje, áspera y fuerte
che nel pensier rinova la paura!                 que en el pensar renueva la pavura!

Tant'è amara che poco è piú morte;           Es tan amarga que algo más es muerte;
ma per trattar del ben ch'i' vi trovai,          mas por tratar del bien que allí encontré
dirò de l'altre cose ch'i' v'ho scorte.           diré de cuanto allá me cupo en suerte.

Io non so ben ridir com'i' v'entrai,             Repetir no sabría cómo entré,
tant'era pien di sonno a quel punto            pues me vencía el sueño el mismo día
che la veracce via abbandonai.                  el que el veraz camino abandoné.

Ma poi ch'i' fui al piè d'un colle giunto,    Mas al llegar al cerro que subía
là dove terminava quella valle                   allí donde aquel valle terminaba
che m'avea di paurail cor compunto,         que con pavor mi alma confundía,

guardai in alto, e vidi le sue spalle            al mirar a la cumbre, vi que estaba
vestite già de' raggi del pianeta                 vestida de los rayos del planeta
che mena dritto altrui per ogne calle.        que el buen camino a todos señalaba."

Dante, Divina comedia, I, v. 1-18 (traducción de Ángel Crespo)

sábado, 28 de marzo de 2015

A TRAVÉS DEL ESPEJO Y LO QUE ALICIA ENCONTRÓ ALLÍ, de Lewis Carroll

    -Lo que quiero decir es que ¿qué es un regalo de "cumpledías"?
    -Un regalo que se hace en un día que no es tu cumpleaños, naturalmente.

Alicia se quedó pensándolo unos minutos:

     - ¡Prefiero los regalos de cumpleaños! -dijo al fin.
     - ¡No sabes lo que estás diciendo! -Exclamó Tentetieso - Vamos a ver: ¿Cuántos días hay en el año?
     -Trescientos sesenta y cinco - dijo Alicia.
     - Y de estos días, ¿cuántos son tu cumpleaños?
     -Uno.
     -Y si restas uno de esos trescientos sesenta y cinco, ¿cuántos quedan?
     -Trescientos sesenta y cuatro, naturalmente.

Tentetieso no parecía muy convencido:

     -Me gustaría ver esa operación por escrito- dijo. Alicia no pudo por menos que sonreír mientras sacaba su cuaderno de notas y realizaba la siguiente operación:

                                                                      365-1=364

Tentetieso tomó la libreta y estudió la operación detenidamente.

     -Parece correcta... -comenzó a decir.
     -Pero ¡si lo está leyendo al revés! -le interrumpió Alicia.
     - ¡No me había dado cuenta! -dijo Tentetieso en tono festivo mientras la niña le ponía la libreta del derecho -. ¡Ya decía yo que parecía algo raro! Como iba diciendo, a primera vista el resultado parece correcto, aunque, desde luego, no tengo tiempo de revisarlo a fondo ; y viene a demostrar que hay trescientos sesenta y cuatro días en los que uno puede recibir un regalo de "cumpledías"...
     - Eso es cierto - admitió Alicia.
     - ...y uno sólo para los regalos de cumpleaños. ¡Ya ves! ¡Te has cubierto de gloria!




   He aquí un pequeño fragmento del maravilloso relato de Lewis Carroll, mal catalogado como cuento para niños y deliciosamente subversivo para la puritana Inglaterra de la reina Victoria. En aquella época era requisito axiomático que los cuentos infantiles tuviesen moraleja...los de Carroll no la tenían, y se han hecho inmortales.
   Conocí este pasaje por la película de Disney, en la que esta conversación no tiene lugar con Humpty-Dumpty (Tentetieso), personaje de "Alicia a través del espejo", sino en la escena de la merienda con el Sombrerero loco (cap. VII del primer libro). Libro a redescubrir, la mayoría de los niños de hoy día y del pasado siglo sólo han tenido acceso a los grandes clásicos de la literaura juvenil gracias a las versiones cinematográficas, para bien o para mal...pero ese sería tema de otro debate, ¿verdad Lord Enzi? Ehehe...