viernes, 28 de marzo de 2008

Novedades

He añadido un par de links: el blog literario de Isa, amiga de una amiga que está fuera... etc. (http://meencantobailarcontigo.blogspot.com) y la web de unos amiguetes de Gizmo que se ganan la vida en la farándula (algo más habrá) con un espectáculo muy recomendable por original y divertido (http://www.divideywenceslao.com/actuacions.htm).

Diari de Murasaki Shikibu

Jo, que he viscut sense haver gaudit mai, en cap assumpte, del mes petit episodi que hagui valgut la pena recordar, no tinc l’avenir ni de bon tros assegurat, pensament que no sé com treure’m del cap si no és sumint-me en la desesperació. ¿Però el desig n’és completament absent? Durant les nits de tardor que us tornen més malenconiós, quan m’assec al rellegeix per contemplar la lluna, els records acudeixen i em sembla que la torno a veure tal com la veia antany, en el temps en que “potser ella admirava la flor de la meva edat”. I tement els danys de la influència perniciosa que diuen que exerceix, reculo una mica cap a l’interior, sense que malgrat tot deixin d’envair el meu cor neguits incessants.
I quan al capvespre, mentre bufa una brisa fresca, faig sonar maldestrament la cítara per a mi sola, em demano amb una angoixa vaga si existeix algu que quan la senti s’adoni que “s’hi afegeixen sospirs”, preocupació ben inútil i lamentable. Si he de ser franca, en un racó de la meva cambra deplorablement negra de sutge, la cítara de tretze cordes i la cítara del Yamato, abandonades sense cura, perfectament afinades, contrariant el precepte que diu que els dies de pluja se n’afluixin els cèrcols, recolzen cobertes de pols contra un caseller, mentre que el mànec del llaüt es dreça agafat entre aquest i el pilar. Un parell de grans prestatgeries estan estibades de llibres: una, plena de reculls de poemes antics i d’històries, ha esdevingut un indescriptible niu de bestioles, l’esgarrifosa bellugadissa de les quals desanima qualsevol que hi vulgui acudir (...).

jueves, 27 de marzo de 2008

Otra de Kavafis

Han satisfecho su placer
prohibido. Y del lecho se levantan,
vistiéndose apresuradamente sin hablarse.
Abandonan por separado, furtivamente la casa; y mientras
caminan algo inquietos por las calles, parece
como si sospecharan que algo en ellos traiciona
en qué clase de lecho cayeron hace poco.

Pero cuánto ha ganado la vida del artista.
Mañana, otro día, años después escritos serán
los versos vigorosos que aquí tuvieron su principio.

El origen (1.921)

martes, 25 de marzo de 2008

El Joven Lovecraft


Aprovechando esta pequeña incursión de ol-lop en el noveno arte, aquí va una pequeña tira:
http://eljovenlovecraft.blogspot.com/

La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental

Tomemos nuestro punto de partida en un cambio de valoración general con respecto a las ciencias, ocurrido a finales del siglo XIX. Este cambio no e refiere a su carácter científico, sino a lo que ellas, a lo que la ciencia en general ha significado y puede significar para la existencia humana. La exclusividad con la que, en la segunda mitad del siglo XIX, toda la comsovisión del hombre moderno se dejó determinar por las ciencias positivas, y se dejó deslumbrar por la "prosperity" debida a ellas, significó un alejamiento indiferente de los problemas que son decisivos para un auténtico humanismo. Meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos. El cambio de la apreciación pública fue inevitable sobre todo después de la primera guerra mundial, y en la joven generación se transformó poco a poco, como sabemos, en un sentimiento hostil. En el desamparo de nuestra vida (así oimos decir) esta ciencia no tiene nada que decirnos. Justamente las cuestiones que excluye por principio son los problemas más importantes para los hombres entregados a conmociones que ponen en juego su destino en nuestros tiempos infortunados: las cuestiones acerca del sentido o el sinsentido de toda la existencia humana. ¿No requieren también éstos, en su generalidad y necesidad para todos los hombres, reflexiones generales y respuestas basadas en una perspectiva racional?. Estos problemas conciernen finalmente al hombre en cuanto se decide libremente en su conducta hacia el mundo circundante humano ... ¿Qué tiene esta ciencia que decirnos sobre la razón y la sinrazón, sobre los hombres nosotros en tanto que sujetos de esta libertad?. La mera ciencia de los cuerpos evidentemente no tiene nada que decirnos, puesto que ha hecho abstracción de todo lo subjetivo. Por otra parte, en lo nque concierne a las ciencias del espíritu, en todas sus disciplinas especiales y generales, consideran al hombre en su existencia espiritual, y por consiguiente en el horizonte de su historicidad. Pero se dice que su estricta cientificidad exige que el investigador exluya cuidadosamente toda toma de posición valorativa, todo preguntar por la razón y la sinrazón de la humanidad, y de sus formaciones culturales, que es el tema de su estudio. La verdad científica y objetiva es exclusivamente comprobación de aquello que el mundo, tanto físico como espiritual, efectivamente es. Pero, ¿puede el mundo, y la existencia humana en él, tener en verdad un sentido, si las ciencias consideran como verdadero sólo lo verificable de este modo objetivo, si la historia sólo puede enseñarnos que todas las consideraciones del mundo espiritual, todas las reglas de la vida, los ideales, las normas, sostenidos en cada caso por los hombres, se forman y luego se deshacen como olas fugitivas, que así ha sido y será siempre, que siempre la razón debe transformarse en sinsentido, y el bienestar en calamidad?. ¿Podemos con esto tranquilizarnos, podemos vivir en este mundo cuyo acontecer histórico no es otra cosa que un incesante encadenamiento de impulsos ilusorios y amargos desengaños?.

lunes, 24 de marzo de 2008

Tio Vania, de Anton P.Chejov

VOINITZKII. - (A SONIA y acariciándola el cabello con la mano) ¡Niña mia! ... ¡Cuánto sufro! ... !Oh, si supieras cuánto sufro! ...

SONIA. - ¡Qué se le va a hacer! ... ¡Hay que vivir! (Pausa.) ... ¡Viviremos, tío Vania! ... ¡Pasaremos por una hilera de largos, largos días! ... de largos anocheceres ... soportando pacientemente las pruebas que el destino nos envíe! ... ¡Trabajaremos para los demás, lo mismo ahora que en la vejez, sin saber de descanso! ... ¡Cuando llegue nuestra hora, moriremos sumisos, y allí, al otro lado de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos padecido amargura! ... ¡Dios se apiadará de nosotros, y entonces, tío ... querido tío ... conoceremos una vida maravillosa ... clara ... fina ! ... ¡Tengo fe, tío! ... ¡Creo apasionadamente! ¡Ardientemente! ... (Con voz cansada, arrodillándose ante él y apoyando la cabeza en sus manos) ¡Descansaremos! (TELEGUIN rasguea bajito en la guitarra) ¡Descansaremos! ... ¡Oiremos a los ángeles, contemplaremos un cielo cuajado de diamantes y veremos cómo, bajo él, toda la maldad terrestre, todos nuestros sufrimientos, se ahogan en una misericordia que llenará el Universo! ... ¡Y nuestra vida será quieta, tierna, dulce, como una caricia! ... ¡Tengo fe! ... ¡Tengo fe! ... (Secándole las lágrimas) ... ¡Pobre! ... ¡Pobre! ... ¡Pobre tío Vania! ... ¡Estás llorando! ... (Entre lágrimas) ¡Tu vida no conoció la alegría ... pero espera, tío Vania, espera! ... ¡Descansaremos! (Abrazándole) ¡Descansaremos! (Se oye el golpeteo del cavado del guarda. TELEGUIN rasguea en la guitarra ; MARÍA VASILIEVNA anota algo en el margen del artículo que está leyendo ; MARINA hace calceta) ¡Descansaremos! (El telón desciende lentamente)

la filosofía de los "xinxes"

Recuerda, cuerpo...

Recuerda, cuerpo, no sólo cuánto fuiste amado,
no solamente en qué lechos estuviste,
sino también aquellos deseos de ti
que en otros ojos viste brillar
y temblaron en otras voces - y que humilló la suerte.
Ahora que todos ellos son cosa del pasado
casi parece como si hubieras satisfecho
aquellos deseos - cómo ardían,
recuerda, en los ojos que te contemplaban;
cómo temblaban por ti, en las voces, recuerda, cuerpo.

Konstantino Kavafis, 1918

domingo, 23 de marzo de 2008

Fragmento de Terra baixa, de Àngel guimerà

MANELIC - subjecntant-la, plorant. - Marta! Ai, Marta,!...Si jo no et puc matar, no, perquè t'estimo, Marta! T'estimo! I t'estimava des d'allà dalt, al pujar tu, que jo era un grapat de neu que es va fondre mirant-te. I t'he estimat encara més al venir a trobar-te, pobre de mi, davallant a salts, com l'aigua dels cims a ajuntar-se amb l'aigua de la mar, que diuen que és amarganta! Que ho siga, d'amarganta ; que ho siga ; ella atrau com tu m'atraus a mi ; perquè et desitjo i t'estimo, Marta! (Ella es vol despendre d'ell amb energia bregant) i ara més, ara més ; per...per què no ho sé el perquè, ni em fa el saber-ho! Perquè m'has enganyat potser ; perquè he sentit la calor de la teva sang ; perquè t'he respirat a tota tu tot jo! I mira, per mi no hi ha lleis d'aci baix ni res que m'aturi, que els llamps i les mestralades m'han fet lliure, i vui jo, perquè ho vui, besar-te i mossegar-te fins a l'ànima, i estrenye't en mos braços ofegant-t'hi en ells, confonent en un afany rabiós la mort i la vida, com a home i com a fera, que ho sóc i ho vui ser sempre home i fera, tot junt, tot, contra de tu i amb tu, i contra tothom, de la terra. ( La té a ella en sos braços mig desmaiada. Mira cap a la banda de la cortina i se l'emporta ràpid a l'altra banda en sos braços. ) I ara que me la vinguen a pendre! Ira de Deu! Que vinguen!
MARTA. - Déu meu.



Jojojojjojj...háganse a un lado, que un catalán enamorao es como un tornado...

viernes, 21 de marzo de 2008

Frase del dia

Però....què ho heu vistttttt?????????

Culé del APM

Los siete pilares de la sabiduría, de Lawrence de Arabia

Una hora después nos detuvimos ante las tiendas de una de las mujeres de Dajil-Allah para comer algo. Mohammed se dio el lujo de un baño, trenzó de nuevo sus abundantes cabellos y se puso ropa limpia. Tardaron mucho en preparar la comida y sólo cerca del mediodía nos la trajeron: una gran escudilla de arroz azafranado sobre el que estaban desordenadamente esparcidos los pedazos de un cordero. Mohammed, que consideró su deber hacerme los honores del servicio, detuvo la fuente y llenó para mí y para él un tazón de cobre. Luego, cedió el resto a la concurrencia. La madre de Mohammed se sabía lo suficientemente anciana para curiosear en torno a mi persona. Me hizo preguntas acerca de las mujeres de la tribu de los cristianos y acerca de su modo de vivir, maravillándose de mi piel blanca y de mis horribles ojos azules, que parecían, me dijo, el cielo cuando brilla a través de las cuencas de un cráneo vacío.

(...)

Los beduinos constituian un pueblo extraño. Para un inglés, convivir con ellos no resultaba satisfactorio, a menos que tuviera una paciencia tan amplia y profunda como el mar. Eran esclavos de sus apetitos, sin resistencia espiritual; ávidos de café, leche o agua, glotones para toda clase de guisos y desvergonzados pedigüeños de tabaco. Se pasaban soñando semanas enteras antes y después de sus raros ejercicios sexuales, y llenaban los intervalos titilando y haciendo titilar a sus oyentes con cuentos obscenos. Si las circunstancias de sus vidas les hubieran dado la oportunidad, se habrían convertido en consumados gozadores. Su fuerza era la fuerza poseída por hombres geográficamente situados más allá de toda tentación; la pobreza de Arabia hacía de ellos gentes sencillas, continentes, sufridas. Llevados a la vida civilizada, habrían sucumbido, como todas las razas salvajes, a sus enfermedades, miserias y lujurias, a sus crueldades, deshonestidades y artificios. Y, como los salvajes, habrían sufrido exageradamente al no estar inmunizados.

(...)

Todo seguía el mejor curso, y ya estaba a punto de despedirme de Feisal cuando Suleiman, el maestro de ceremonias, entró súbitamente y susurró algo al oído del jerife, quien se volvió hacia mí con los los ojos brillantes, intentando mostrarse calmado, y me dijo: "Auda está aquí". Yo grité: "Auda Abu Tayi", y en el mismo momento se alzó la cortina de la tienda ante una voz profunda que daba ruidosos saludos a Nuestro Señor, al Jefe de los Fieles. Entró una figura alta, fuerte, con rostro indómito, apasionado y trágico. Era Auda; detrás seguía Mohammed, su hijo, de aspecto infantil; en realidad, sólo tenía once años de edad.

Feisal se levantó en seguida para saludarle. Auda le tomó la mano y la besó. Entonces se apartaron un paso o dos y se miraron - una pareja espléndidamente distinta, típica de lo mejor de Arabia: Feisal, el profeta, y Auda, el guerrero, cada uno de ellos desempeñando su papel a la perfección, cada uno de ellos comprendiendo inmediatamente y queriendo al otro. Se sentaron. Feisal nos fue presentando uno a uno, y Auda, con palabra mesurada, parecía tomar nota atenta de cada persona.

Habíamos oído hablar mucho de él, y nos proponíamos realizar nuestra expedición a Akaba con su ayuda. Al rato supe, por la fuerza y la franqueza del hombre, que conseguiríamos nuestro propósito. Había llegado hasta nuestro campamento como un caballero errante, irritado por nuestra demora en Uejh, ansioso sólo de ganar méritos para la libertad árabe en sus propias tierras. Si su acción respondía a la mitad de sus deseos, seríamos afortunados y pr´speros. Cuando nos fuimos a comer, nos habíamos quitado un peso de encima.

Formábamos un grupo jovial: Nasib, Faiz, Mohammed el Dheilan - primo político de Auda -, su sobrino Zaal y el jerife Nasir, todos de descanso en Uejh por unos días para realizar después otras expediciones. Relaté a Feisal historias singulares sobre el campamento de Abdulla y hablé de la alegría de interceptar las vías férreas. Súbitamente, Auda se incorporó y, voceando un "Guárdeme Dios", salió escapado de la tienda. Nos miramos unos a otros hasta que llegó de fuera el ruido de un martilleo. Salí para averiguar qué significaba todo aquello y vi a Auda inclinado sobre una roca, reduciendo a polvo con una piedra su dentadura postiza. "Había olvidado", explicó, "que Yemal Pasha me había dado esto. ¡Estaba comiendo el pan de mi Señor con dientes turcos!". Desgraciadamente, tenía pocos dientes suyos, por lo que, desde entonces, comer carne, que tanto le gustaba, le resultaba sumamente difícil y penoso. Así, pasó un tiempo mal alimentado hasta que tomamos Akaba y sir Reginald Wingate le envió un dentista de Egipto para que le hiciera una prótesis.

Auda vestía con gran sencillez, al modo septentrional, con una túnica de algodón blanco y un turbante rojo de Mosul. Podía tener más de cincuenta años, y su pelo negro dejaba ver algunas canas. Pero se mantenía aún fuerte y erguido; de complexión recia, enjuta, desplegaba tanta vivacidad como cualquier joven. Su rostro era magnífico en todas sus líneas y claroscuro. Sobre él estaba escrito el dolor que había penetrado en su vida a causa de la muerte, en combate, de Annad, su hijo favorito. Ahí acabó su sueño de de traspasar a las futuras generaciones la grandeza del nombre de Abu Tayi. Tenía ojos grandes y elocuentes, tan suntuosos como el terciopelo negro; la boca más bien grande y móvil; la barba y los bigotes habían sido recortados al estilo de los Houeitat, con la mandíbula inferior afeitada por debajo.

Los Houeitat habían llegado del Heyaz hacía algunos siglos, y sus clanes nómadas se enorgullecían proclamando que eran auténticos beduinos. Auda era su paradigma supremo. Su hospitalidad era arrolladora y, excepto para las almas muy hambrientas, inconveniente. Su generosidad hacía que siguiera siendo pobre no obstante el botín arrebatado en cien incursiones. Se había casado veintiocho veces, había sido herido tres, al tiempo que en las batallas que provocó había visto heridos a todos los miembros de su tribu y muertos a la mayoría de sus parientes. Con sus propias manos había matado, en el curso de los combates, a setenta y cinco árabes; jamás mató a nadie como no fuera así. Del número de turcos muertos, no podía dar cuenta; no entraban dentro del cálculo. Bajo su mando los Toueiha habían llegado a ser los primeros luchadores del desierto, con una tradición de coraje desesperado y un sentido de superioridad que nunca les abandonaba mientras hubiera vida y trabajo que realizar; pero que había reducido su número, de mil doscientos, a menos de quinientos en treinta años, a medida que se iba elevando el nivel de la lucha nómada.

Auda realizaba incursiones con toda la frecuencia y amplitud posibles. En ellas había visitado Aleppo, Basra, Uejh y el uadi Dauasir. Tenía buen cuidado en conservar la enemistad con todas las tribus del desierto a fin de disponer de un múmero suficiente de objetivos. A usanza de los bandoleros, era tan testarudo como exaltado y, en medio de sus más locas proezas, le guiaba siempre alguna fría resolución. Su paciencia en la acción era extrema; acogía e ignoraba los consejos, las críticas o los insultos con una sonrisa tan constante como encantadora. Cuando se enojaba, su rostro se movía de un modo desenfrenado y estallaba en accesos de violenta pasión que sólo se aplacaban cuando había matado. En tales momentos era como una bestia feroz y los hombres huían de su presencia. Nada en la tierra le hubiera hecho cambiar una determinación, o hacer la menor cosa que desaprobara. Y, cuando había asumido una actitud, no prestaba atención alguna a los sentimientos de los demás hombres.

Veía la vida como una saga. Todos los acontecimientos eran significativos; todos los personajes que estaban en contacto con él eran heroicos. Su espíritu atesoraba poemas que narraban antiguas incursiones y épicas descripciones de luchas, e inundaba con ellas a su oyente más próximo. i no había oyentes, se cantaba esos relatos a sí mismo con su voz tremenda, fuerte, alta, resonante. No tenía ningún dominio sobre su lengua y, por consiguiente, sus palabras resultaban perjudiciales para sus propios intereses y herían continuamente a sus amigos. Hablaba de sí mismo en tercera persona y estaba tan seguro de su fama, que le gustaba contar historias sobre él mismo. A veces, parecía poseído por un maligno demonio, y en asamblea pública narraba, jurando que eran verdaderas, imaginarias y aterradoras historias acaerca de la vida privada de sus anfitriones o huéspedes. A pesar de todo esto, era modesto, tan sencillo como un niño, franco, honrado, bondadoso y ardientemente querido aun por aquellos a quienes resultaba más incómodo: sus amigos.

martes, 18 de marzo de 2008

El silencio de Jacob de Falç, capítulo FINAL

¡Pero no me dejaría atrapar tan fácilmente! Mi cabeza, como un GPS, ya estaba trazando una ruta de huída, que pasaba por un restaurante chino y un puesto de melones que debía derribar con el coche. En aquel instante, todos empezamos a distinguir un zumbido. Al principio, parecía la sibilancia de un asmático en plena crisis, pero en seguida quedó claro lo que era: una Peasopinha, la bomba atómica portuguesa ¡estas potencias nucleares descontroladas! Tenía que pasar, antes o después... Así, nos quedaban segundos de vida... Los malos empezaron a saldar cuentas entre ellos explorándole el esófago con la lengua al compinche más cercano, el calvo de segunda fija miró al ojo como nunca lo había hecho antes: conoció el amor antes de morir. Algunos empezaron a rezar apresuradamente, por lo que fueron reprendidos a collejas por los de su alrededor. Una señora pidió donuts a gritos hasta el último instante, en lo que fue el epílogo dantesco de una vida de dieta y resignación. Muchos intentaban llamar por el móvil, pero el servicio estaba colapsado y lo último que oyeron fue "pulse dos", el nivel de onanismo se disparó como no sucedía desde que Terelu Campos dejó la tele... un digno final de la humanidad, en resumen.

¿Y yo? os preguntaréis. Yo fui un romántico hasta el fin. Tragando saliva, me decidí a devolver a la vida a mi Peggy mediante la Palabra. Empezando el discurso de mi vida (que guardaba para una boda) dije: "Mi Peg..." BRAAAAAAAAAAAAAAAMMMM BOOOUUUUUUUUUUMMM CRAAAAAAAAAAAAAASSH (etc)

Y nadie recuerda nada más.

Por cierto, el dilema ontológico quedó resuelto por la sexta gran extinción. Un problema menos.

lunes, 17 de marzo de 2008

El silencio de Jacob de Falç, capítulo 6

La caja se movía a golpecitos lentos,,, alguien parecía querer decir algo, así que abrí lentamente la caja,,, y se oyó una voz gutural:

"¿Porqué me has aplastado hideputa?".

Volví a cerrar la caja. Me volví a concentrar en Peggy. Bailaba poseída por el ritmo de una música fusión de persia y calasparra. En el centro, había un alambique. Peggy iba acercándose al alambique. Se puso con las piernas abiertas encima del alambique. Empezó a descender. Yo pensaba: "No por favor, Peggy, tu no,,, no seas un zorrón,,,". Pero Peggy siguió descendiendo, hasta que el alambique dejó de verse. Ella segía contorneándose. No podía aguantar más. Había que hacer algo,,,,
Entonces, sin reflexionar demasiado, abrí la caja, agarré el ojo (ahora no era otra cosa que una plasta gelatinosa), y la lancé a las filas de delante. No era una buena técnica, sin duda, pero fue como un impulso; sentí una irrefrenable fuerza que me obligaba a hacerlo. Lancé la gelatina ocular, y le cayó en la calva a un tío de la segunda fila, que se puso a lanzar unos grititos agudos y entrecortados, como deben ser los orgasmos de José María Aznar. Entonces, la gente se giró hacia el calvo, y corrió la alarma en la grada. Entre el alborozo y el gentío, me deslicé hacia Peggy, la arranqué del alambique, que cayó al suelo con un ruido húmedo de desatascador, y la saqué hacia una sala pequeña, sin que nos viera nadie.

"Peggy,,,, ¿porqué me has hecho esto?".
Pero Peggy no respondió. Volvía a ser un muñeco. Había ahí mi dilema,,, por alguna especie de magia, el alambique le había dado vida,,, pero si Peggy tenía que estar viva, y hablar y comunicarse conmigo, tenía que ser un zorrón que se metiera un alambique,,, si quería sodomizarla yo, tenía que seguir siendo un muñeco,,, era este un dilema wagneriano,,, amar a alguien vivo pero zorrón, o amar a un muñeco de peluche muerto que fuera un objeto solo para mi,,,, ¿qué decisión podría tomar mi conciencia?.
Unas voces se oyeron detrás mío,,, me habían antrapado.

viernes, 14 de marzo de 2008

El Infierno

El domingo, Charles Rowland murió.

C.R: ¿Soy yo? Caray, estoy horrible.
M: No... Tu cuerpo no está tan mal. Los he visto peores.
M: Bueno, Charles, basta de turismo. Tenemos que irnos.
C.R: Y Paine?
M: Vengo a por ti, Charles, no a por él.
M: A él ya me lo llevé. Y sigue muerto. Ahora es tu turno.
E.P: Está bien, Rowland. No te preocupes, vete.
C.R: No. Si él no viene, yo tampoco. Es mi amigo.
M: No tengo tiempo de discutir, Charles. Están pasando demasiadas cosas... Mira, tú vienes conmigo. Él se queda. Dame la mano Charles.
C.R: No voy a ninguna parte. Sin él, no. Lo siento. No pienso irme.
M: Charles... Vale. Vale. Bien. Quédate. No hay tiempo de discutir esto... y no tengo ganas. Tengo muchas otras preocupaciones. Quédate si debes. Ya te alcanzaré más tarde.
C.R: Um. Gracias. De veras. Gracias.
M: Si, bueno, te recogeré cuando las cosas se calmen un poco, Charles. Tened cuidado.

E.P: ¿Qué vamos a hacer ahora?
C.R: No estoy seguro, pero te diré lo que no vamos a hacer. No vamos a quedarnos aquí arriba.
E.P: ¿Eh? ¿Dejar el ático? No podemos. Es que... mis huesos están aquí.
C.R: Y los míos. Por no mencionar mi carne, mi pelo y mis cosas. Pero no veo que eso me obligue a quedarme aquí arriba hasta que ella vuelva. Además, ya no me siento enfermo. Estoy bien. Muerto, pero bien. Vamos.
E.P: Rowland, tengo miedo.
C.R: Míratelo así: ¿Quieres ser un fantasma en el ático toda la vida?
E.P: Sí, tienes razón. Es lo que pasa cuando uno crece. Siempre tienes que dejar algo detrás de ti.
E.P: ¿Y qué pasará con el resto? ¿Tú crees que tendrán que regresar algún dia al infierno?
C.R: ¿Regresar? No lo sé. Creo que el infierno es algo que siempre llevas encima. No es un lugar al que vas.
E.P: No estoy de acuerdo. El infierno es un lugar. Pero no tienes por qué quedarte siempre en un solo sitio.

Estación de Nieblas. Neil Gaiman.

Tenemos un foro en La vanguardia

Los coautores de este blog ya habéis recibido la noticia por e-mail, con lo que esta entrada va para los millones de visitantes.

La vanguardia, uno de los principales diarios españoles y líder en Cataluña, empieza hoy con un foro abierto a todos sus lectores a partir de una iniciativa del que escribe, que aparece como su "padrino". Éste es el link:

http://www.lavanguardia.es/lv24h2007/20080314/53445271521-1.html

Os animo a todos a participar. Por cierto, que si sale bien la experiencia igual publican algo en la edición impresa para Sant Jordi, el día del libro.

jueves, 13 de marzo de 2008

Frase del día

El infierno son los otros.

Sartre

Frase inspirada por la del día anterior... e igual de cierta.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Frase del Día

"Amo a la humanidad, lo que me revienta es la gente".

Mafalda

domingo, 9 de marzo de 2008

Pezones como botones rosados
brotan de tus pechos comprensivos,
oh autocomplacencia, meretriz abundante,
y yo los he chupado.
pero ya no más, ramera indulgente, requeriré tus servicios.
Gracias a vosotros mis hermanos
que habéis poseído al menos un alma en esta vida
descubro mi lamentable existencia de masturbador autosuficiente
y lloro estéril por el tiempo que perdí, por los besos que no he dado,
gime ansioso cada día que pasa hasta el último beso que podré dar,
plañidera enculada por un destino que presumo conocer.
Ahora os miro y sé que me equivocaba,
y renazco expectante ante este nuevo tiempo incierto.
Vosotros me habéis salvado y os veneraré como faros
que seguir entre las brumas de mi soledad orgullosa.
Pero no os jactéis gozosos
si creéis merecer mejor destino que el mío
o soñáis con dejar tras vuestro más nítido recuerdo,
pues los gusanos no verán diferencia entre nosotros.
Las estrellas no tienen memoria,
y el presente se escurre huidizo ante todos por igual.


Ahí va pa vosotros una de cosecha propia relativamente reciente...podéis ser crueles conmigo si queréis, total, yo pienso rajaros a todos de arriba a abajo a la mínima oportunidad, hagáis lo que hagáis...de modo que os podéis ahorrar los compromisos que vuestra buena educación dicta.

sábado, 8 de marzo de 2008

El silencio de Jacob de Falç. Capítulo 5.



Al día siguiente, preparé una mochila con algunas cosas que pensé podría necesitar, hice acopio de valor (e hice acopio de bocadillos de chorizo) y resolví dirigirme al teatro de la Barceloneta....
A fin de pasar desapercibido entre todas aquellas gentes del mundo de la farándula y el puterío, me decidí a ponerme el tutú rosa de la hija de mi vecina y unas medias de rejilla acompañadas de las botas amarillas de plástico que uso cuando trabajo para la compañía de aguas algunos fines de semana.
De esta guisa entré en el maldito teatro, en el que, clandestinamente, se estaba representando una ópera japonesa, amenizada en los intermedios con lo que se anunciaba como "encantador espectáculo folclórico" representado por el grupo de petanca "Amigos del Masnou".
Aterrorizado ante semejante perspectiva, pagué la entrada y crucé aquellas puertas forradas de terciopelo rojo. Justo en aquel momento, oí el inicio de una sardana y pude ver a una colección de octogenarios que inundaban el escenario formando los correspondientes círculos para dar inicio al "encantador espectáculo folclórico" tan simpáticamente anunciado a las puertas del teatro...
Fue entonces cuando pude ver, entre bambalinas, las gafas de cerca de mi cerdita ... y un estremecimiento me impidió respirar durante unos segundos.
Avancé, no sin dificultad, teniendo en cuenta que las botas eran 2 números más grandes de mi talla, y pude ver una especie de trastienda (trasteatro???) en el que se estaban realizando en paralelo números mucho más escabrosos (e interesantes) a los representados en la parte pública del teatro.
Un tipo, con la voz amariconada ya conocida por mi gracias al magnetofón, anunciaba en ese momento el famoso "número del alambique". Mi corazón se heló y mi sangre dejó de circular al ver a la cerdita Peggy salir al escenario, totalmente metamorfoseada, vestida cual odalisca. Me demostraba así tener una especie de alter ego, aunque cabía la posibilidad de que estuviera
a- drogada
b- hipnotizada
c- abducida por unos extraterrestres
d - simplemente tonta
Estas reflexiones me llevaron a pensar sobre la futilidad del ser, y sobre todo, sobre si las cerditas de peluche tenían ego.. porque de no tenerlo, difícilmente podían tener un alter ego...
Esto demostraba ser un problema filosófico de primer orden para el que no me sentía preparado, especialmente teniendo en cuenta que todavía llevaba puesto el tutú rosa con las botas de agua y las medias de rejilla.
Justo en aquel momento, en que la cerdita empezaba a contonearse a ritmo de danza del vientre... me pareció oir al ojo que me decía algo desde la mochila ...

El silencio de Jacob de Falç. Capítulo 4.

Como no entendía lo que aquel ojo sanguinolento trataba de decir y nunca se me habían dado muy bien las adivinanzas, no le presté atención hasta que me terminé el bocata de chorizo. Entonces, empecé a pensar: "Alambique, nata....nata....." Lo de la nata me recordó que era el momento de hacerme mi pajilla de postre. Me saqué el dedo del ojete del culo, la mano se me había dormido por haber estado todo el tiempo sentado sobre ella....y con mi mano dormida me hice la pajilla que precede a la siesta. El incomparable efecto de que la paja te la está haciendo otra persona, efecto producido por usar la mano dormida, insensible, algodonada, me la enseñó un amigo de la Barceloneta, conocedor profundo de todos los misterios del arte del onanismo. Pero el placer no pudo ser total...todo el tránsito hacia mi orgasmo estuvo asaltado por el enigma....¿por dónde habla un ojo? No sabia que los ojos hablaran...¿el alambique que precede a la nata? ¿Quién me habría mandado el paquete? Todos aquellos profundos misterios cortocicuitaron mi lecharazo final, lo cual siempre me pone de muy mal humor. Sin aún haberme limpiado los grumos de nata y requesón, me levanté cabreado y aplasté el ojo con un sonoro pisotón. Un manchón gelatinoso rojizo y blancuzco se extendió por el suelo. Desplacé mi mirada hacia el paquete que aún yacía donde yo lo había dejado caer...¿Quién me lo había mandado, perturbándome así la hora del bocadillo y, aún peor, el mejor momento de mis tediosos días de yuppie de oficina, el momento del postre? Entonces advertí que otro objeto asomaba dentro del paquete. Me agaché y lo cogí: era un magnetofón, y debajo suyo había una nota pegada con celo. Lo enchufé a la corriente y una voz cavernosa pero amariconada se oyó: "Todos somos marionetas en el teatro de la vida...¿Crees que eres libre, crees que eres tú quien ha escogido el trabajo que haces, o tus técnicas para pajearte?" Entonces empezó a oírse el Cant dels Segadors con ritmo de sardana, y la cavernosa y amariconada voz proseguía: "Los hilos que mueven tu destino van a tirar una vez más de ti para obligarte a hacer algo que crees que no deseas, pero al final del camino agradecerás todo el sufrimiento por el que vas a pasar". No entendía una mierda de todo aquello...además, al Cant dels Segadors le conviene más el ritmo de vals que el de sardana. O, aún mejor, el de bossanova. Abrí la nota que venía con el magnetófono, y pude leer lo siguiente:

"Tenemos secuestrada a tu cerdita Peggy de peluche. Si quieres recuperarla y volver a tener con ella tus agradables e inconfesables momentos de ternura, ven mañana a las diez de la noche al teatro abandonado de la Barceloneta. Te estaré esperando en el escenario"

Un escalofrío me recorrió la espina dorsal...¡Mi adorada cerdita peggy, mi amor de peluche, la única que ha podido siempre comprenderme y quererme tal como soy! ¿Quién ha podido ser el criminal? Bueno...tengo más de veinticuatro horas para prepararme y pensar en un plan y buscar las armas que llevaré conmigo para mi venganza. Aguanta Peggy, esto no quedará asi...

Concurso de Ficción Bulwer-Lytton. Ganador 2006

Leído en G de Galicia:

“El detective Bart Lasiter estaba en su oficina estudiando la luz de su pequeña ventana cayendo sobre su super burrito cuando la puerta se abrió para revelar una mujer cuyo cuerpo decía que has comido tu último burrito por un tiempo, cuya cara decía que los ángeles existen, y cuyos ojos decían que ella podría hacerte cavar tu propia tumba y hacer que lamieras la pala para limpiarla.”

Jim Guigli

El silencio de Jacob de falç. Capitulo 3º

Antes de abrir el paquete, me estaba preparando un bocadillo de chorizo y a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, que le regalen un ojo y una navaja le cortaría el hambre.

Pero yo estoy hecho de otra pasta. Alguien capaz, como yo, de meterse un enema de Colacao, por el simple placer de experimentar, no iba a inmutarse por algo así. En fin, que ya sabía que no era el único al que le faltaban un par de hervores...

Aprovechando que la navaja estaba bien afilada, pude cortar unas finas láminas de chorizo, con lo que me quedó un bocadillo de puta madre.

Cuando me lo estaba comiendo oí una ténue voz que me decía: "Too patí, cabrón, no invites". Me quedé aterrorizado. El bocadillo era míoooo, mi tesssooorrroo y no pensaba compartirlo.

Para tranquilizarme, hice lo que hago normalmente en estos casos. Me metí el dedo en el culo y esperé...

Y entonces, ocurrió lo inesperado... Aunque no para mí, claro. Verme con un bocadillo de chorizo en una mano y con la otra mano con el dedo metido en el culo, hacía que pudiera esperar cualquier cosa.

El ojo, sí el puto ojo que había en la caja, se acercó a mí y me dijo: "El alambique no puede pretender que la natilla comparta su esperanza"

¿Que querría decir con eso? Sin duda la frase debía tener su miga...

Final capítulo 3º

jueves, 6 de marzo de 2008

Bien está lo que bien... empieza

No se puede juzgar un libro por su portada, dicen los ingleses. Yo tampoco lo hago, todos recordaremos libros espléndidos con portadas horrorosas, pero creo, como dice un filósofo que ronda por esta Pedantoteca, que las primeras líneas sí pueden ser una buena muestra de lo que vendrá detrás.

Algunos ejemplos ilustres:

- Empecemos por el más clásico: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, ... y una descripción genial del inmortal Quijote que promete sin engaño.

- Otro en lengua castellana para no olvidar es el de Cien años de soledad: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Familia, muerte, tiempo... los elementos principales de la novela ya se han anunciado.

- El de Lolita es otro imprescindible: Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta. Pasión y perdición, lenguaje, que lo es todo para Nabokov (no concibe que alguien deje de jugar con el nombre de la amada). La novela no hace luego justicia al primer párrafo, pero bueno, a lo mejor Nabokov conocía esta costumbre y se vació en él.

- No puedo evitar incluir a Proust. Aunque dar pie a 3.500 páginas de introspección sea algo complicado, él lo consigue: Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces, apenas había apagado la bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: "Ya me duermo". Y sigue y sigue, que uno no sabe dónde cortar...

Vaaaaale, lo admito, como ley universal no vale, pero es una buena excusa para que hagáis un test con vuestros favoritos o lo probéis en vuestras próximas compras...

Por cierto, y no fue casualidad, ¿recordáis cómo empezó la Pedantoteca?. Dice una leyenda urbana que hay un libro que empieza así.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Presentación

Solo recordaros la fecha de la presentación de mi libro, para que entre todos hagáis toda la publicidad que podáis: Jueves 13 de marzo a las 19:30 en La Central de Mallorca, con canapés y cava, y las intervenciones del autor, del Dr. Jordi Sales (decano de la facultad de filosofía), del Dr. Francesc Pereña y del escritor Sam Abrams. Más tarde, a las 21:00h, en los locales del Centre d´Estudis Carles Cardó, comienza el seminario sobre el libro. No os pido ni de broma que vengáis al seminario, pero me alegraría mucho que todos los que pudiérais os acercárais por La Central, más que nada porque da pena que sobren los canapés y el cava,,, gracias a todos por vuestro apoyo, un fuerte abrazo.

Frase del día

Es preferible la injusticia al desorden.

J.W.Goethe

Hoy una frase que no puede dejar indiferente.

lunes, 3 de marzo de 2008

Entrada de encargo

Una amiga, Carmencilia, nos ha enviado un breve escrito dedicado a Marcel para que lo publicara en la Pedantoteca. Y dice...

Qué final más poco agradable...
Aunque después de esa horrible visión, fruto sin duda de una desagradable broma de alguno de sus llamados amigos, sus ojos se tropezaron con los ojos rasgados de alguien que le devolvió la más cálida mirada acompañada cómo no de la más contagiosa de las risas y eso hizo que le embriagara una profunda sensación de calma y quietud, la misma que te transmite el MAR cuando sus olas no quieren aparecer... De repente un relámpago en el CEL le hizo volver a la realidad... había que recoger las sábanas que había tendido esta mañana


¡Gracias, Carmencilia! Los textos propios siempre son bienvenidos, y más los dedicados.

domingo, 2 de marzo de 2008

Orgía del ser

Horas y tardes y días y meses
y años
regurgitando excedentes
en seguras habitaciones no muy limpias.
Tardes y días, semanas,
y años,
en incierto movimiento
por exceso de espacio.
Y cómo hemos esperado,
por alguien de eternamente fuera,
que viniera a poner tan solo un cercado.
Horas y días, meses y años,
por algo que nos convierta
de nuevo en mendigos.
Y no obstante, lo sabemos
con ese saber rocoso, siendo como somos
hijos de la amorfa y tiránica costumbre:
no vendrá ladrón en la noche.
Horas y días, meses y años,
expuestos a la cálida intemperie
del significado.
Aleluya. Podremos siempre movernos a través de esta
insípida, fláccida, opaca, deseada, odiada, aludida,
excedentaria, plana, libre,
orgía del ser, que, avergonzadamente,
ha convertido todo lo que temíamos
en un posible amigo.

Aquí os dejo un poema mío del año de la catapún. A mi me gusta. No seáis muy crueles.

sábado, 1 de marzo de 2008

Los siete pilares de la sabiduría, de Lawrence de Arabia

Estábamos en primavera, y el tiempo era delicioso después del quemante invierno, cuyos excesos habían parecido cosa de sueño. Era agradable sumergirse en la nueva frescura y lozanía de la naturaleza, pues había pujanza en esta estación en la que el agudo frío de la hora del ocaso corregía los lánguidos mediodías.

Toda la vida vivía con nosotros, incluso los insectos. Durante nuestra primera noche había colocado mi turbante de cachemira sobre el suelo, a modo de almohadilla. De madrugada, cuando lo recogí, veintiocho piojos estaban enredados en su níveo tejido. Luego dormimos sobre las coberturas de las sillas, sobre el curtido vellón que, extendido en la parte trasera de la montura, proporcionaba un asiento cómodo y a prueba de sudores. Aún así, no nos dejaban solos. Las garrapatas de los camellos, que se habían adentrado con sangre procedente de nuestras atadas bestias en los apretados cojines de azul pizarra, anchas como la uña del pulgar y muy ahítas, solían deslizarse debajo de nosotros, pegándose al lado interior del cuero de las pieles de carnero. Y, si nos envolvíamos en ellas por la noche, nuestro peso las aplastaba y las convertía en pardos manchones de sangre y polvo.

Mientras seguíamos envueltos en esta atmósfera confortable, con abundante leche a nuestra disposición, llegaron noticias de Azrak. Procedían de Ali ibn el Hussein y de los hindúes, que todavía se mantenían en su fiel vigilancia. Uno de los hindúes había muerto de frío. También murió Daud, mi muchacho Ageyl, el amigo de Farray. El propio Farray nos lo contó.

Habían sido amigos desde la infancia y habían vivido en perpetuo alborozo, trabajando juntos, durmiendo juntos, participando de todo lucro y beneficio con la franqueza y la honestidad del amor perfecto. De modo que no me sorprendió ver que Farray mostrara un rostro sombrío y duro, una mirada plomiza y avejentada, cuando vino a decirme que su compañero había muerto. Y, desde aquel día hasta que terminó su servicio, no rió ya más para nosotros. Prestaba un puntilloso cuidado, aun mayor que antes, a mi camello, al café, a mis ropas y sillas de montar, y hacía cada día sus tres oraciones regulares. Los demás se ofrecieron para consolarle, pero en vez de eso vagaba sin descanso, enmudecido y silencioso, siempre solo.

Mirada desde el tórrido Oriente, nuestra idea británica de la mujer parecía participar del clima septentrional que había empobrecido nuestra fe. En el Mediterráneo, la influencia de la mujer y su supuesta voluntad se hacían convincentes por una especie de convenio en el que se le acordaba sin disputa el mundo físico, se le confería una simplicidad análoga a la del pobre en espíritu. Con todo, al negar la igualdad de sexos, este mismo acuerdo hacía imposible el amor, el compañerismo y la amistad entre hombre y mujer. La mujer se convertía en un vehículo para el ejercicio muscular, en tanto que el lado psíquico del hombre sólo podía ser colmado entre sus pares. De ahí ese consorcio del hombre con el hombre, destinado a proporcionar a la naturaleza humana algo más que el contacto de la carne con la carne.

Nosotros, occidentales de esta compleja época, monjes en las celdas de nuestros cuerpos, gentes que buscábamos algo que nos satisfaciera más allá de de nuestro lenguaje y nuestros sentidos, estábamos, por el mero esfuerzo de esa búsqueda excluidos de ello para siempre. Sin embargo, eso lo conseguían muchachos como esos atolondrados Ageyl contentos de recibir sin devolver nada, aun en sus relaciones mutuas. Nosotros nos atormentábamos con un remordimiento heredado a causa de la complacencia carnal de nuestro nacimiento obsceno, y nos esforzábamos en pagarlo mediante un vivir lleno de miserias, saliendo al paso de la felicidad, el superávit de la vida, con un infierno compensatorio, y nivelando el saldo del bien o del mal mediante un Día del Juicio.